En un mundo donde todo se desarrolla a un ritmo vertiginoso, nos enfrentamos constantemente a la disyuntiva de qué aspectos de la vida merecen nuestra prioridad. La búsqueda de un equilibrio entre trabajar a tiempo completo y continuar aprendiendo en la constante escuela de la vida parece una tarea que requiere más horas de las que un día comúnmente nos brinda.
El tiempo es un recurso escaso y preciado, y en un día de 24 horas, el reloj siempre parece correr en nuestra contra. Las obligaciones se acumulan, desde el trabajo que sostiene nuestras vidas hasta la búsqueda incansable del conocimiento. Dormir, una necesidad fundamental para el bienestar, también exige su porción justa. Y, por supuesto, no podemos pasar por alto las pausas necesarias para alimentarnos y desplazarnos entre lugares.
Imaginemos estos aspectos de la vida como platos dispuestos en una mesa. Sin embargo, en este banquete temporal, solo podemos tomar unos pocos, ya que el tiempo no se estira a voluntad. Trabajar, estudiar, descansar y mantener una vida social representan platos apetitosos, pero seleccionar más de dos o tres de ellos puede resultar en una tarea titanesca. Incluso cumplir con todas estas responsabilidades y, al mismo tiempo, garantizar un mínimo de seis horas de sueño cada noche se convierte en un verdadero desafío.
Los relojes marcan inexorablemente las 24 horas de cada día, ni una más ni una menos. Si reservamos un tiempo adecuado para el descanso, aproximadamente ocho horas, y otorgamos otras ocho al trabajo, además de las aproximadamente dos horas y media que dedicamos a las comidas diarias y el tiempo que empleamos en los desplazamientos, sumado al ejercicio físico recomendado de al menos 40 minutos al día, nos encontramos con menos de cuatro horas disponibles. Cuatro horas para compartir con la familia, disfrutar del ocio, mantener una vida social y seguir aprendiendo.
- Dormir: 8 horas
- Trabajo: 8 horas
- Comidas diarias: 2 horas 30 min.
- Desplazamientos + ejercicio diario: 40 min.
Total de 19 horas aproximadamente por lo que únicamente disponemos de menos de 4 horas para ocio, mantener una vida social, estra con la familia, seguir aprendiendo…
Este constante malabarismo con nuestro tiempo puede resultar agotador. En medio de la frenética rutina diaria, es fundamental recordar la importancia de establecer prioridades, gestionar el tiempo de manera eficiente y encontrar momentos para el equilibrio. La vida es un delicado equilibrio entre el deber y el placer, y en nuestra búsqueda constante de satisfacción y crecimiento, es esencial encontrar la manera de aprovechar al máximo las 24 horas que tenemos a nuestro alcance.
Estudio vs. Vida Social
No es un misterio que muchos jóvenes se ven inmersos en este debate en algún momento de sus vidas, ya sea durante la etapa universitaria, la etapa de maestría o incluso en el instituto. Estudiar puede llegar a ser agotador hasta el punto de que muchos sientan que están perdiendo una parte importante de la vida. ¿Es posible combinar ambas cosas? Para responder a esta pregunta, es fundamental tener claridad en que, si buscamos la respuesta afirmativa (SÍ), debemos contar con elementos tan esenciales como la MOTIVACIÓN para no desistir en nuestros objetivos y la PLANIFICACIÓN. A medida que envejecemos, la habilidad para ser multitareas se convierte en una necesidad que debemos abordar. Cómo elijas enfrentarlo y la actitud con la que lo abordes son aspectos fundamentales.