El experimento de los garabatos: un estudio de 1949 que revolucionó la percepción

El Experimento de los Garabatos: Un Estudio de 1949 que Revolucionó la Percepción

En 1949, Eleanor Gibson y su marido llevaron a cabo “el experimento de los garabatos”, y su objetivo era medir cómo las personas, tanto adultos como niños, aprendían a discriminar entre figuras similares con el tiempo.

El diseño era sencillo. A cada participante se le mostraba un dibujo único durante cinco segundos. Luego, ese dibujo se mezclaba en un mazo de 34 cartas con otros dibujos muy parecidos, pero solo cuatro eran réplicas exactas del original. Los participantes tenían que identificar las cartas que coincidían perfectamente con la que se les mostró al principio, mientras los experimentadores pasaban las cartas una por una, durante tres segundos cada una.

Los Resultados del Experimento

¿El resultado? Con cada repetición, los participantes mejoraban. Los adultos tardaban, en promedio, tres repeticiones para identificar todas las réplicas sin error. Los niños mayores (de entre nueve y once años) necesitaron cinco intentos, y los más pequeños (de seis a ocho años) unos siete.

Aprendizaje sin Retroalimentación: El Poder de la Repetición

Lo más sorprendente fue que este aprendizaje sucedía sin retroalimentación; nadie les decía si acertaban o no. Era el ojo el que aprendía, afinándose con la práctica.

Así que el aprendizaje no siempre necesita un profesor que diga “lo has hecho bien” o “inténtalo de nuevo”. A veces, lo único que necesitamos es observar, explorar y repetir. La repetición y la discriminación son esenciales para aprender.

Y precisamente el experimento de Gibson demuestra que nuestro cerebro está diseñado para discriminar y categorizar patrones desde edades muy tempranas. Es una habilidad que desarrollamos instintivamente para navegar en un mundo lleno de estímulos visuales y auditivos. Esas diferencias sutiles son fundamentales para que podamos descifrar un alfabeto o aprender un idioma.

El Aprendizaje por Observación: Más Allá de lo Evidente

Piénsalo: un conductor experimentado puede juzgar con precisión si un espacio es suficiente para aparcar, mientras que un principiante necesita más tiempo para decidir. Lo mismo ocurre con un catador de vinos que distingue matices en una copa que para otros serían imperceptibles. En palabras de Gibson: “Aprendemos a percibir al mismo tiempo que percibimos para aprender”.

La próxima vez que enfrentes algo difícil piensa en los garabatos de Gibson. Aprende a mirar más de cerca, busca las diferencias y, sobre todo, no tengas miedo de intentarlo una y otra vez (ensayo y error).

Y es que el ojo aprende, pero solo si le das la oportunidad de mirar más allá de lo evidente.

Si te ha interesado este experimento y deseas aplicar la teoría del aprendizaje en tu vida diaria, nuestro curso de técnicas de estudio te ayudará a entrenar tu mente para mejorar la concentración, discriminar patrones y aprender de manera más eficiente. ¡Da el siguiente paso hacia un aprendizaje más efectivo!

¿Quieres recibir consejos para sacar todo el potencial de tu cerebro?

Subscríbete a nuestra newsletter y recibe información que te ayudará a aprovechar al máximo la capacidad de tu cerebro.

¡Como primer correo te compartimos un pdf con el Método Ballard!